"Y el muelle gris y las casas rojas Y no es aún la soledad Y los ojos ven un cuadro negro con un círculo de música lila en su centro Y el jardín de las delicias sólo existe fuera de los jardines Y la soledad es no poder decirla Y el muelle gris y las casas rojas". Alejandra Pizarnik
sábado, 19 de octubre de 2013
MENSAJE A LA POESÍA
No puedo
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo
Díganle que estoy tristísimo, pero no puedo ir esta noche a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos que enterrar
Muchas ciudades que reconstruir, mucha pobreza por el mundo
Y las mujeres se están volviendo locas, y hay legiones de ellas escardando
La añoranza de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
En los ojos de los parias, y su flacura es extrema; cuéntenle
Que la vergüenza, la deshonra, el suicidio rondan los hogares,
Y es preciso reconquistar la vida.
Háganle ver que es necesario que yo esté alerta, de frente a todos los caminos
Presto a socorrer, a amar, a mentir, a morir si es necesario.
Explíquenle, con cuidado -no la acongogen…- que si no voy
No es porque no quiera: ella sabe; es porque hay un héroe en una cárcel
Hay un labrador que fue agredido, hay un charco de sangre en una plaza.
Cuéntenle, en secreto, que debo estar preparado, que mis hombros
No se deben curvar, que mis ojos no se deben
Dejar intimidar, que llevo a cuestas las desgracias de los hombres
Y ahora no es el momento de parar; díganle, mientras tanto,
Que sufro mucho, pero no puedo mostrar mi sufrimiento
A los hombres perplejos; díganle que me fue ordenada
La terrible participación, y que posiblemente
Deberé engañar, fingir, hablar con palabras extrañas
Porque sé que, a lo lejos, clarea una aurora.
Si ella no comprende, procuren convencerla
De ese invencible deber que tengo; pero díganle
Que, en el fondo, todo lo que estoy dando es de ella, y que me
Duele tener que despojarla así, en este poema; que por otro lado
No debo usarla en su misterio: la hora es de esclarecimiento
Ni inclinarme sobre mí cuando a mi lado
Hay hambre y mentira y el llanto de un niño solitario en una calle
Junto al cadáver de una madre; díganle que hay
Un náufrago en medio del océano, un tirano en el poder, un hombre
Arrepentido; díganle que hay una casa vacía
Con un reloj golpeando horas; díganle que hay un gran aumento
De abismos en la tierra, hay súplicas, hay alaridos
Hay fantasmas que me visitan de noche
Y que debo recibir; coméntenle mi confianza
En la mañana
Que siento una sonrisa en el rostro invisible de la noche
Vivo en tensión a la espera del milagro; por eso
Pídanle que tenga paciencia, que no me llame ahora
Con su voz de sombra, que no me haga sentir cobarde
Y tener que abandonarla en este instante, en su inmedible
Soledad; pídanle, oh pídanle que se calle
Por un momento, que no me llame
Porque no puedo ir
No puedo ir
No puedo.
No la traicionaré. En mi corazón
Vive su imagen, y nada diré que pueda
Avergonzarla. Mi ausencia
Es también un sortilegio
De su amor por mí. Vivo del deseo de volverla a ver
En un mundo en paz. Mi pasión de hombre
Sobrevive conmigo. Tal vez yo deba
Morir sin verla más, sin sentir más
El gusto de sus lágrimas, sin mirarla correr
Libre y desnuda en las playas y en los cielos
Y en las calles de mi insomnio. Díganle que es ése
Mi martirio; que a veces
Me pesa en la cabeza el tiempo de la eternidad y las poderosas
Fuerzas de la tragedia caen sobre mí y me empujan a la sombra
Pero que debo resistir, que es preciso…
Pero que la amo con toda la pureza de mi pasada adolescencia
Con toda la violencia de las antiguas horas de extática contemplación
Con un amor lleno de renuncia. Oh, pídanle a ella
Que perdone a su triste e inconstante amigo
A quien fue dado perderse por amor a su semejante
A quien fue dado perderse por amor a una pequeña casa,
A un jardín, a una muchacha vestida de rojo
A quien fue dado perderse por amor al derecho
De todos a tener una pequeña casa, un jardín
Y una muchacha vestida de rojo; a quien perdiéndose le es dulce perderse…
Por eso convénzanla, explíquenle que es terrible
Pídanle de rodillas que no me olvide, que me ame
Que me espere, porque soy suyo, sólo suyo; pero que ahora
Es más fuerte que yo, no puedo ir
No es posible
Me es totalmente imposible
No puede ser, no
Es imposible
No puedo.
Vinicius de Moraes
(Traducción de Manuel Díaz Martínez)
miércoles, 16 de octubre de 2013
Sin puntos suspensivos IV
Hace un día gris, frío, triste. Vaticinador del otoño (y ¡ay! el invierno que vendrá). Y en este día gris, frío, triste, me despierto con tu imagen, una mañana más que mi onírica resistencia a olvidarte me juega una mala pasada. Un día gris, frío, triste que me recuerda que no existe el olvido, ni siquiera las palabras, ni siquiera las lágrimas. Pero las imágenes que se prenden a mi cuerpo, a mi mente, a mi almohada. Las imágenes que alguna (breve) vez fueron piel, besos, caricias. Y que ahora son imágenes, y nada más. Recuerdos con vida propia, de momentos con una existencia tan dudosa que duele. Queda la hermosura de tu cara, la suavidad de tu piel en mi mano que te acaricia como si fuera real, y se siente todavía tu piel en mi mano, y tu sonrisa en mis ojos. Y tu silencio, aún en sueños tu silencio.
Olas
Otros que son otros. Otra
Pero vos. Pero no.
El pasado que vuelve
del mismo color
del mismo dolor
que no duele
que nada
El pasado
que recuerda la que fuiste
y no sos
pero sí
Y adelante
pero
lejos
tu voz
tu risa
tus lágrimas
duelen
En un dolor que es mar
que se va
para volver
Pero se va
trae la memoria
de lo que fue
que no fue
que pudo ser
que puede ser
pero no
Y el dolor es querer
que el recuerdo
inventado
sea
Pero no
No.
martes, 15 de octubre de 2013
Sin puntos suspensivos III
Desde que lo leí en mi adolescencia me dio vueltas en la cabeza un cuento de Borges, de esos que no son especialmente memorables, salvo por una frase de aparente insignificancia pero de mucho contenido que se me quedó grabada. Sin entender incluso qué tenía que ver conmigo (porque a uno le dan vueltas las cosas que más bien tienen algo que ver con eso que se llama nuestra subjetividad, que no es más que nuestra historia, que ni siquiera es tan nuestra y tan individual). Algo así como el instante en que se dio cuenta que el otro era él, desde ya no es literal, mi mala memoria nunca lo permitiría. Y recién 12 años después entiendo qué tiene que ver conmigo, que no lo tenía en ese momento (o sí evidentemente, por algo quedó ahí) y lo tiene ahora.
Nunca encontrarse en otra fue tan claro, incluso en sus aspectos más inconcientes. Incluso leyendo las primeras palabras de esto que escribo, tan tuyas, que no te gustan las puertas abiertas, que le temés a las puertas abiertas. Que le temés tanto que ni siquiera querés hablar de eso, espanto.
Todo para terminar escribiendo, como vos, con la tristeza. Duró poco el intento de otra cosa, casi no duró, aunque sí lo suficiente para que quede la pena, sin el olvido.
domingo, 13 de octubre de 2013
Sin puntos suspensivos II
Le urgía escribir, pero las palabras no salían. Flotaban en el aire en los lugares más inesperados, en los menos adecuados para esto de poner los pensamientos en palabras las palabras en papel el papel en un mensaje, con sutil destinatario, indirecto claro. Un destinatario así genérico, para mantener la sutileza.
Matar al ángel de la casa
"Es mucho más difícil matar un fantasma que una realidad. Siempre volvía arrastrándose cuando pensaba que por fin la había despachado. Aunque me regodeo pensando que en última instancia la maté, la lucha fue ardua; me llevó mucho tiempo, que podría haber empleado mejor estudiando gramática griega o recorriendo el mundo en busca de aventuras. Pero fue una experiencia real; fue una experiencia que estaría destinada a afectar a todas las escritoras en aquella época. Matar al Angel de la Casa era parte de la tarea de toda escritora.(...) Estas fueron, entonces, dos experiencias muy genuinas. Fueron dos aventuras de mi vida profesional. Creo haber resuelto la primera: matar al Ángel de la Casa. Está muerta. Pero no creo haber resuelto la segunda: decir la verdad sobre mis propias experiencias en tanto cuerpo. Dudo de que alguna mujer haya podido resolverla. Los obstáculos en su contra son todavía por demás poderosos, y sin embargo muy difíciles de definir. Exteriormente, ¿hay algo más simple que escribir libros? Exteriormente, ¿cuáles son los obstáculos que deben enfrentar las mujeres y no los hombres? Interiormente, creo, la situación es otra; la mujer todavía tiene muchos fantasmas que combatir, muchos prejuicios que superar. Por cierto tendrá que pasar mucho tiempo, a mi entender, para que una mujer pueda sentarse a escribir un libro sin encontrar un fantasma que matar, una piedra contra la cual chocar." Virginia Woolf
Sin puntos suspensivos
Siempre empezaba por cerrar la puerta, aceptar la oscuridad, casi buscarla si empezaba por cerrar la puerta.
Como su momento de meterse en la miseria del mundo que no quería vivir. Siempre lloraba también. Siempre que cerraba la puerta, claro.
Así escribía y así sentía su tristeza. Siempre escribía cuando sentía tristeza. Siempre en la voz de otro.
El color de sus besos todavía puedo verlo, aún sin cerrar los ojos. Sentir su lengua en lo profundo de mi boca, su mano explorándome tan suave pero tan intenso, tan descubrir algo nuevo que no lo es en absoluto.
Y todavía me estremece todo el cuerpo, y me excita al primer recuerdo. Y la veo y la toco de memoria, y te veo y te toco de memoria, cada curva cada sabor cada centímetro de su (tu) piel.
sábado, 12 de octubre de 2013
Espinas
son como puñales
afilados
tus palabras
cada una de tus palabras
algunas
apenas me rasguñan
otras
abren heridas
que van a tardar en cerrar
pero van a cerrar
porque no matan
tus palabras
solo duelen
afilados
tus palabras
cada una de tus palabras
algunas
apenas me rasguñan
otras
abren heridas
que van a tardar en cerrar
pero van a cerrar
porque no matan
tus palabras
solo duelen
Un grito
"Empiezo a desear un lenguaje parco como el que usan los amantes, palabras rotas, palabras quebradas, como el roce de las pisadas en la acera, palabras de una sílaba como las que usan los niños cuando entran en un cuarto donde su madre está cosiendo y cogen del suelo una hebra de lana blanca, una pluma, o un retal de chintz. Necesito un aullido, un grito." Virginia Woolf
viernes, 27 de septiembre de 2013
Dime (me sumo al regalo versión 1.0 de Ceci para la pequeña Vir)
Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.
Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.
Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descansar de mi tristeza.
Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.
Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.
Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.
Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero.
JLB
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.
Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.
Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descansar de mi tristeza.
Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.
Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.
Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.
Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero.
JLB
martes, 17 de septiembre de 2013
Juramentos
en vos
en ella
en todo
en la vida
de furia
que elijo
que de a ratos
me deja sin consuelo
sólo de a ratos
domingo, 15 de septiembre de 2013
domingo, 8 de septiembre de 2013
Siempre Alejandra...
"Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar"
miércoles, 7 de agosto de 2013
La luna

La luna se
puede tomar a cucharadas
o como una
cápsula cada dos horas.
Es buena
como hipnótico y sedante
y también
alivia
a los que se
han intoxicado de filosofía
Un pedazo de
luna en el bolsillo
es mejor
amuleto que la pata de conejo:
sirve para
encontrar a quien se ama,
y para
alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar
de postre a los niños
cuando no se
han dormido,
y unas gotas
de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a
bien morir
Pon una hoja
tierna de la luna
debajo de tu
almohada
y mirarás lo
que quieras ver.
Lleva
siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando
te ahogues,
y dale la
llave de la luna
a los presos
y a los desencantados.
Para los
condenados a muerte
y para los
condenados a vida
no hay mejor
estimulante que la luna
en dosis
precisas y controladas.
Jaime
Sabines
martes, 30 de julio de 2013
... dedo por dedo, labio por labio, sombra por sombra
Julio Cortázar. Rayuela. Capítulo 92
lunes, 15 de julio de 2013
La sangre es un mar inmenso
Comparto una parte de un bello regalo de cumpleaños que me hicieron... gracias Marita...
La sangre es un mar inmenso
que baña todas las playas...
Sobre sangre van los hombres,
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Al negro de negra piel
la sangre el cuerpo le baña;
la misma sangre, corriendo,
hierve bajo carne blanca.
¿Quién vio la carne amarilla,
cuando las venas estallan,
sangrar sino con la roja
sangre con que todos sangran?
¡Ay del que separa niños,
porque a los hombres separa!
El sol sale cada día,
va tocando en cada casa,
da un golpe con su bastón,
y suelta una carcajada...
¡Que salga la vida al sol,
de donde tantos la aguardan,
y veréis cómo la vida
corre de sol empapada!
La vida vida saltando,
la vida suelta y sin vallas,
vida de la carne negra,
vida de la carne blanca,
y de la carne amarilla,
con sus sangres desplegadas. . .
¡Los niños, fascinados,
se van levantando,
y rodean a la madre,
que los abraza formando un grupo con ellos,
pegados a su alrededor. Continúa!:
Sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma! . . .
Nicolás Guillén
domingo, 30 de junio de 2013
Desde el otro lado
Volver sobre cosas ya escritas puede parecer demasiado fácil, pero en mi caso al menos siempre me ha sido más fácil inventar que repetir. Ocurre sin embargo que ciertas repeticiones, que prefiero llamar recurrencias, se me dan con la misma evidencia que diariamente nos da a todos la inevitable salida del sol. Y si esta cotidiana maravilla no nos asombra puesto que conocemos la relojería general del cosmos, hay otras repeticiones perceptibles en un dominio que ninguna ciencia ha explicado todavía, repeticiones que pertenecen a esos intersticios de lo habitual donde leyes que no son las de la física o la lógica se cumplen de una manera casi siempre inesperada. Todo esto para decir que anoche entré una vez más en esa zona de arenas movedizas y que trato ahora de contarlo para esos lectores a quienes también les pasan cosas así y no las desechan como meras coincidencias.
Hace años que conozco a Michel Portal y que admiro su prodigiosa capacidad de instrumentista. Usted le alcanza cualquier variedad de saxo, flauta, clarinete, fagote, trombón, quena, clavecín y hasta el difícil y secreto bandoneón, y Michel lo vuelve música, y qué música. Así, para abreviar la biografía, lo mismo se lo encuentra como solista en un concierto de la llamada música clásica (Brahms y Schumann no tienen secretos para él) o mezclado en la compleja telaraña de una obra de Stockhausen; pero apenas le queda un poco de tiempo libre, Michel arma un cuarteto o un quinteto de jazz y ahí es la entrega y la creación en libertad, la invención de quien pasa de un instrumento a otro con la gracia de, un gato Jugando con ovillos de lana. Ocurre que somos amigos, pero nos vemos apenas, andamos, por órbitas tan diferentes, cuando lo busco está en el Japón o viceversa, pero anoche descubrí que su grupo actuaba en una cave d e Paris y me largué para escucharlos y por lo menos charlar dos minutos con Michel es así como se vive en este siglo donde se ha perdido toda armonía entre el tiempo y nosotros, entre la Infinita variedad que nos rodea y nuestra cada vez menor disponibilidad para abrazarla, Señalo de paso es parte de este todo incomprensible que quisiera por lo menos insinuar que la víspera yo había estado a punto de ir a escuchar a Michel y que circunstancias nimias me obligaron a dejarlo para la noche siguiente.
Desde el fondo de la cave humosa y gótica y llena de pelos y de barbas y de hermosas criaturas de todo sexo, escuché a Michel y a su quinteto. Él me reconoció mientras disponía sobre una mesa los cinco o seis instrumentos que utilizaría, y me hizo un gesto de saludo. Tocó -tocaron- admirablemente, improvisando casi una hora sobre temas que se iban abriendo y multiplicando como un, follaje de árbol. El jazz no impide pensar (la improvisación tiene sus caídas inevitables y en esos huecos momentáneos uno se reencuentra y vuelve a su mundo mental); en algún momento me acordé de mi primer contacto con Michel en el festival de Avignon y de cómo en un café él me habla hablado de mi relato El perseguidor. Viniendo de un músico, y qué músico, su preferencia por ese cuento me había dado una de esas recompensas que justifican toda una vida, y mi manera de decírselo fue hablar largamente con él de Charlie Parker, el hombre Parker y no ya el personaje de mi relato. Su amor y el mío por la música del Bird nos hizo amigos para siempre.
Yo había pensado en todo eso escuchando a Michel, aunque nada hubiera de Charlie Parker en lo que se tocaba esa noche, y después llegó el intervalo y Michel cruzó la sala para encontrarse conmigo. Siempre un poco perdido, un poco en otra cosa, sentí que ahora estaba más allá que nunca de lo que la gente llama normal. Nos abrazamos, le dije de mi felicidad al escuchar su música. "No, no", se defendió apretándome el hombro con una mano como si también yo estuviera a punto de convertirme en uno de sus instrumentos "No, esta noche es otra cosa, verte ahí y de golpe, de golpe...". Nos mirábamos, yo esperaba sin saber qué. "Es increíble", dijo Michel, "que estés aquí esta noche, Julio. Vengo de tocar en otra parte, estuve tocando con un saxo que me prestaron, un saxo increíble de viejo y gastado, con iniciales de nácar y una boquilla casi, inservible. Olía a incienso de iglesia, te das cuenta, tocar en él era..". Su deslumbramiento y su angustia batallaron en un largo silencio, en sus ojos clavados en mi. "Adivina, Julio, adivina de quién era. No había nada que adivinar, la figura estaba cerrada, la maravilla cumplida. "El saxo del Bird", dije, y Michel, que acaso había temido que en ese instante todo se viniera abajo, se apretó contra mí, feliz, como temblando. Supe que la viuda de Charlie Parker estaba en Paris, que ese saxo estaba destinado a un museo (hay uno muy simple y pobre y hermoso en Nueva York) y que las cosas habían girado y se habían ordenado para que esa tarde Michel pudiera tener entre las manos el saxo del Bird, acercar los labios a esa boquilla donde había nacido el prodigio de Out of Nowhere, de Lover Man, de tantos y tantos saltos a lo absoluto de la música, de eso que malamente yo había tratado de decir en El perseguidor.
Nadie, claro, se dio cuenta de lo que ocurría entre Michel y yo. Me quedé todavía un rato y me fui sin volver a verlo. Nos seguiremos encontrando aquí y allá, pero si no es así ya no importa. La figura se cerró anoche, eso que llaman azar juntó otra vez tanta baraja dispersa y nos dio nuestro instante perfecto fuera del tiempo idiota de la ciudad y las citas a término y la lógica bien educada. Ahora ya nada importa, realmente; anoche fuimos tres, anoche lo vimos junto a nosotros desde el otro lado.
Julio Cortázar
martes, 18 de junio de 2013
De los recuerdos de Gorki sobre Lenin
Una tarde Lenin estaba en compañía de Gorki escuchando a un pianista magnífico que tocaba una pieza de Beethoven en la casa de un amigo. Luego de escuchar la pieza, con gran placer obviamente, se volvió hacia Gorky y observó irónicamente:
“No conozco nada más hermoso que la Appasionata y podría escucharla todos los días. Invariablemente me llega y me llena de orgullo y un pensamiento algo ingenuo e inocente me invade: ¡Qué cosas maravillosas son capaces de hacer las personas!”
Y sonriendo a través de sus ojos entrecerrados, Lenin agregó de manera poco feliz:
“Pero me resulta difícil escuchar música frecuentemente. Me crispa los nervios. Siento el impulso de decir banalidades placenteras y de acariciar las cabezas de aquellos que, mientas viven en tal infierno mugriento, son sin embargo capaces de crear tal belleza. Pero en la actualidad uno no puede acariciar la cabeza de nadie, te arrancarán la mano de un mordisco. Y además, es necesario seguir dándoles golpecitos en la cabeza, golpearlos sin piedad, incluso aunque nuestro ideal es oponernos a la violencia contra los seres humanos. Mmm Mmm – es una responsabilidad infernal y difícil.”
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