domingo, 13 de octubre de 2013

Sin puntos suspensivos




Siempre empezaba por cerrar la puerta, aceptar la oscuridad, casi buscarla si empezaba por cerrar la puerta.
Como su momento de meterse en la miseria del mundo que no quería vivir. Siempre lloraba también. Siempre que cerraba la puerta, claro.
Así escribía y así sentía su tristeza. Siempre escribía cuando sentía tristeza. Siempre en la voz de otro.

El color de sus besos todavía puedo verlo, aún sin cerrar los ojos. Sentir su lengua en lo profundo de mi boca, su mano explorándome tan suave pero tan intenso, tan descubrir algo nuevo que no lo es en absoluto.
Y todavía me estremece todo el cuerpo, y me excita al primer recuerdo. Y la veo y la toco de memoria, y te veo y te toco de memoria, cada curva cada sabor cada centímetro de su (tu) piel.


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