jueves, 23 de julio de 2015

Aleteo


El amor se protege solo

y acuden en su ayuda
las buenas noticias

como si todo
                     estuviera conectado con nosotros

como si nosotros     
                     estuviéramos meciéndonos en el vaivén
                                                                         del mar

Esta mujer


Era la noche en que cada auto eras vos y no eras vos. Era la noche de la pasión. Y del espanto. Era la noche en que la copa de vino, atrás de otra copa de vino, atrás de otra copa de vino, disfrazaban el horror de verse a una misma con su peor máscara. Era la noche. Sólo era posible el amor si abrazaba todas las máscaras. Sólo era posible quererse en el espanto. Sólo en la copa de vino que ahogaba los restos de quien no querías ser. Era la primera vez que el amor salvaba, que dejaba de ser una carga oscura y se convertía en potencia destructora-creadora que arrasaba con todo lo que tenía delante, incluso con vos. Porque tenías que arrasar con vos para poder mirarte de nuevo y decir: he aquí esta mujer. Esta mujer soy yo. 

jueves, 16 de julio de 2015

Adoraciones

Algo se activaba cuando un nuevo ser entraba en su órbita. Entonces retomaba el movimiento. Ese contoneo histérico que hacía sonar campanillas, que creaba una música a la cual era difícil resistirse. El poder de atracción era casi irresistible. Y se le hacía imperceptible a todo el que entrara a formar parte del centro de gravedad de su propio ser. Se alimentaba de sus deseos, de sus pasiones, de la admiración que desataba en cada uno de ellos. Se alimentaba y los alimentaba con sus estertores. 

De repente el deseo, su deseo, desaparecía, y los cuerpos que ya estaban girando rítmicamente a su alrededor se suspendían en el aire, ya sin fuerza, ya con la fuerza propia, que algunos habían perdido en ese juego gravitatorio, y caían. Caían estrepitosamente. Los que quedaban, lo hacían librados a su propia suerte, y entonces se producía el milagro y comenzaban a bailotear entre ellos y festejaban y se encontraban y circulaban besos, caricias y espuma. 

martes, 7 de julio de 2015

Y si ahora... el amor

Parecía como si el amor fuera eso que él le estaba enseñando tan rudimentariamente.

No le había enseñado la espera así, tan al límite.

Y ella se había olvidado lo que se sentía cuando el cuerpo no podía con el deseo.

Se lo había olvidado o nunca lo había experimentado. Seguramente no importe.

Si importó que, incluso antes de que se consumara mas allá de un beso, le dieron ganas de contárselo a su papá.

No fue como esperaba.  Pero fue algo nuevo. Volvió a ser una niña que tiene un padre, aunque casi nunca lo tenga. Y mientras lo escuchaba decir cosas que no importaban, se le hizo un nudo en la garganta y casi llora.

No puede creer que así, con 30 años ya bastante pasados,  viva momentos de volver a ser una niña. Vuelva a buscar el refugio de su papá ante el terror -y el placer- que le causa sumergirse en algo tan desconocido como el amor.

Es el desconocimiento de lo conocido, de lo vivido, de lo deseado. Que cambia la piel cada vez, que se empieza -pareciera- de cero, ante cada paso testarudo que nos impone eso que llamamos la vida.