miércoles, 29 de octubre de 2014

Contra el pesimismo



3 de febrero de 1937

¿Indignación, ira, repugnancia? Sí, y también cansancio momentáneo. Todo esto es humano, muy humano. Pero me niego a creer que usted ha caído en el pesimismo. Eso equivale a ofenderse, pasiva y lastimeramente, con la historia. ¿Cómo es posible? Hay que tomar a la historia tal como se presenta, y cuando ésta se permite ultrajes tan escandalosos y sucios, debemos combatirla con los puños.

León Trotsky




De http://www.ceipleontrotsky.org, carta a Angélica Balabanoff (1878-1965)

miércoles, 22 de octubre de 2014

Como Sísifo


"La clase obrera asciende taladrando por sí misma una roca de granito. A veces se resbala unos cuantos pasos; a veces el enemigo dinamita los escalones que han sido cortados; a veces se entierran porque han sido hechos en un material pobre: después de cada caída debemos levantarnos; después de cada resbalón debemos ascender de nuevo; cada paso destruido debe ser reemplazado por dos nuevos".

León Trotsky

Desarme


Entregó las armas una por una, pero de golpe, cuando asumió la derrota como se asume la muerte que va a venir un día a buscarnos, no sabemos cuándo, no sabemos cómo. Con el rostro perturbado aún por la magnitud del descubrimiento, con los silbidos de las balas aullando a lo lejos, las fue poniendo sobre la mesa. El enemigo no estaba cerca, pero acechaba. Acechaba tanto como si no existiera. El sol chocaba con la vida ensombrecida por un hallazgo tan certero. Y la vida seguía ahí. Y ella no. Ella estaba naciendo de nuevo, en la tragedia de la batalla perdida, en la muerte tan incierta, tan inevitable. Dio media vuelta y caminó hacia el sur, todavía no sabía a dónde iba. Sobre la mesa quedó su corazón, quedaron sus tripas, quedaron sus deseos. 

martes, 21 de octubre de 2014

Ándele (Julio Cortázar)


1)
Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.

Se quedó atrás, seguro, ya no puede
            equiparar las cosas y los días,
            cuando consigue contestar las cartas
            y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
                  suena el teléfono: a las nueve esta noche,
                  llegaron compañeros con noticias,
                  tenés que estar sin falta, viejo,

o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese

                  ensayo de Foucault, y la novela
                  de Erica Jong y esos poemas
           de Sigifredo sin hablar de mil
           trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
ZamaLa vida breveEl QuijoteSandokán,
                  y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
                  todo Chopin todo Alban Berg,
                  y en la cinemateca MetrópolisKing Kong,
                  La barquera MaríaLa edad de oro —Carajo,

la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero—

2)
Hablo de mí, cualquiera se da cuenta,
pero ya llevo tiempo (siempre tiempo)
sabiendo que en el mí estás vos también,
y entonces:

                    No nos alcanza el tiempo,
                    o nosotros a él,
                    nos quedamos atrás por correr demasiado,
                    ya no nos basta el día
                    para vivir apenas media hora.

3)
El futuro se escinde, Maquiavelo:
el más lejano tiene un nombre, muerte,
y el otro, el inmediato, carretilla.

            ¿Cómo puede vivirse en un presente
            apedreado de lejos? No te queda
            más que fingir capacidad de aguante:
            agenda hora por hora, la memoria
            almacenando en marzo los pagarés de junio,
            la conferencia prometida,
            el viaje a Costa Rica, la planilla de impuestos,
Laura que llega el doce,
  un hotel para Ernesto,
    no olvidarse de ver al oftalmólogo,
      se acabó el detergente,
        habrá que reunirse
          con los que llegan fugitivos
            de Uruguay y Argentina,
darle una mano a esa chiquita
  que no conoce a nadie en Amsterdam,
    buscarle algún laburo a Pedro Sáenz,
      escucharle su historia a Paula Flores
        que necesita repetir y repetir
          cómo acabaron con su hijo en Santa Fe.

Así se te va el hoy
en nombre de mañana o de pasado,
así perdés el centro
en una despiadada excentración
a veces útil, claro,
útil para algún otro, y está bien.

                  Pero vos, de este lado de tu tiempo,
                  ¿cómo vivís, poeta?,
                  ¿cuánta nafta te queda para el viaje
                  que querías tan lleno de gaviotas?

4)
No se me queje, amigo,
las cosas son así y no hay vuelta.
Métale a este poema tan prosaico
que unos comprenderán y otros tu abuela,
dése al menos el gusto
de la sinceridad y al mismo tiempo
                  conteste esa llamada, sí, de acuerdo,
                  el jueves a las cuatro,
                  de acuerdo, amigo Ariel,
                  hay que hacer algo por los refugiados.

5)
Pero pasa que el tipo es un poeta
y un cronopio a sus horas,
que a cada vuelta de la esquina
le salta encima el tigre azul,
un nuevo laberinto que reclama
ser relato o novela o viaje a Islandia,
(ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia,
se dice el pobre punto en un café de barrio)
         Le debe cartas necesarias a Ana Svensson,
         le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo
         a Cristina, como el otro
         murió debiéndole a Esculapio un gallo,
         como Chénier en la guillotina,
         tanta vida esperándolo, y el tiempo
         de un triángulo de fierro solamente
         y ya la nada. Así, el absurdo
         de que el deseo se adelante
         sin que puedas seguirlo, pies de plomo,
         la recurrente pesadilla diurna
         del que quiere avanzar y lo detiene
         el pegajoso cazamoscas del deber.

la rémora del diario
con las noticias de Santiago mar de sangre,
con la muerte de Paco en la Argentina,
con la muerte de Orlando, con la muerte
y la necesidad de denunciar la muerte
cuando es la sucia negación, cuando se llama
Pinochet y López Rega y Henry Kissinger.
         (Escribiremos otro día el poema,
         vayamos ahora a la reunión, juntemos unos pesos,
         llegaron compañeros con noticias,
         tenés que estar sin falta, viejo.)

6)
Vendrán y te dirán (ya mismo, en esta página)
sucio individualista,
tu obligación es darte sin protestas,
escribir para el hoy para el mañana
sin nostalgias de Chaucer o Rig Veda,
sin darle tiempo a Raymond Chandler o Duke Ellington,
basta de babosadas de pequeñoburgués,
hay que luchar contra la alienación ya mismo,
dejate de pavadas,
elegí entre el trabajo partidario
o cantarle a Gardel.

7)
Dirás, ya sé, que es lamentarse al cuete
y tendrás la razón más objetiva.
Pero no es para vos que escribo este prosema,
lo hago pensando en el que arrima el hombro
mientras se acuerda de Rubén Darío
o silba un blues de Big Bill Broonzy.

            Así era Roque Dalton, que ojalá
            me mirara escribir por sobre el hombro
            con su sonrisa pajarera,
            sus gestos de cachorro, la segura
            bella inseguridad del que ha elegido
            guardar la fuerza para la ternura
            y tiernamente gobernar su fuerza.
            Así era el Che con sus poemas de bolsillo,
            su Jack London llenándole el vivac
            de buscadores de oro y esquimales,
            y eran también así
            los muchachos nocturnos que en La Habana
            me pidieron hablar, Marcia Leiseca
            llevándome en la sombra hasta un balcón
            donde dos o tres manos apretaron la mía
            y bocas invisibles me dijeron amigo,
            cuando allá donde estamos nos dan tregua,
            nos hacen bien tus cuentos de cronopios,
            nomás queriamos decírtelo, hasta pronto—

8)
Esto va derivando hacia otra cosa,
es tiempo de ajustarse el cinturón:
zona de turbulencia.

                                                                                              
Nairobi, 1976

jueves, 9 de octubre de 2014

Saudade


llevo en la sangre el mar
la tristeza
el retirarse y volver
eterno
de las olas

y el tiempo
y la distancia
y el amor

llevo en la sangre el mar
y la sal
y el llanto de mil mujeres
que habitaron el mundo
que sufrieron el mundo

que lo cambiaron

que nos dejaron la tarea
de hacerlo de nuevo
y las manos rotas
y un jardín de Edén

lleno de espinas

llevo en la sangre el mar
la melancolía
y el goce del dolor
que me mantiene viva
que me endurece la piel

sábado, 4 de octubre de 2014

Déjà vu

Como si se pudiera aprender a amar
Como si no fuera día a día una muerte lenta, dulce
Como si el amor y la muerte no se tocaran
ahí, cerca del cero
o del infinito
que no es más que lo mismo

Como si vivir y amar fueran opuestos
Como si la soledad no nos atravesara la piel
cada mañana
Abriendo heridas que empezaban a cerrar
desgarrando el deseo
atando la confianza
a los pies de la cama

Como si no hiciéramos otras cosa
que seguir levantándonos
cada mañana
con las espinas atravesadas por toda la piel
para sacarlas de a una
lamer las heridas
y dejarnos el cuerpo preparado
para que se incrusten otra vez

viernes, 3 de octubre de 2014

Las palabras precisas de Alejandra


a Laure Bataillon

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe

Alejandra Pizarnik

miércoles, 1 de octubre de 2014

El despertar

a León Ostrov



Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado

las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas del sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo.

Alejandra Pizarnik