jueves, 26 de diciembre de 2013

La confianza de Rosa


"Toda una serie de argumentos contra mi lema: "estoy aquí y ¡qué se le va a hacer!" equivale a decir: esto es todo muy refinado y bello, ahora los hombres son demasiado cobardes o demasiado débiles para un heroísmo tal; ergo deberíamos adecuar la táctica a esa debilidad, al principio chi va piano, va sano. ¡Que mirada por demás estrecha, corderita mía! No hay nada más cambiante que la psicología humana. Especialmente cuando la psique de las masas esconde en sí, como Thálatta, los mares eternos, todas las eternas posibilidades latentes: la exigua calma y la furiosa tormenta, la más vil de las cobardías y el heroísmo más salvaje. Las masas son siempre lo que deben ser, de acuerdo a las condiciones históricas dadas, y siempre están al borde de convertirse en algo totalmente distinto de lo que parecen. ¡Qué decir de aquel capitán de barco que guiase el rumbo según la apariencia momentánea del agua, sólo por su superficie calma, que al fin no pudiese deducir en las señales del cielo o del mar que se estaba gestando una tormenta! Pequeña mía, la "decepción en las masas" es la actitud más vergonzosa de un líder político. Un verdadero dirigente no concibe su táctica guiándose sólo por el estado de ánimo momentáneo de las masas; más bien en las leyes de hierro del desarrollo histórico. Su táctica se mantiene firme a pesar de las contrariedades y, por lo demás, deja en cierto modo que la historia aporte a su obra la madurez necesaria".


Rosa Luxemburg en una carta a Mathilde Wurm desde la cárcel, en febrero de 1917

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