jueves, 11 de junio de 2015

Virtud


Esa tarde, hace cosa de 5 meses, se prometió, le prometió, que lo iba a convencer: que podían probar el amor, que no estaban tan rotos como para no intentarlo.

Hubo en el camino un momento en que él la convenció a ella de que mejor esperar. Hacía falta esperar. Pero como la espera, al menos la que ella había aprendido (que no era más que la que él le había enseñado) no podía ser absoluta, se dispuso a matizarla con cierta dosis de acción.

Estaba la acción de él entonces (que estaba aprendiendo de ella) y estaba la acción de ella (que estaba aprendiendo la espera de él), que no iba más allá de decir, de poner en palabras (escritas, que siempre le quedaban mejor a ella) un amor que la invadía quien sabe desde cuando. Que se hacía más intenso con cada encuentro, con cada mirada, con cada palabra que le decía (que era lo que siempre le quedaba mejor a él)

Y se hacía cada día más evidente que había algo más que ellos, que algo se apoderaba de ellos, se les imponía, los agarraba y los zarandeaba de un lado a otro, les ponía palabras en la boca, encuentros que duraban horas, el brillo en las miradas, las sonrisas tímidas. Y siempre estaba la pregunta de si eso que los poseía no eran en realidad ellos que se querían poseer, a sí mismos, mutuamente.

Poseer en el buen sentido. Poseer de atrapar un momento. Poseer de tener un beso que no es de él, ni de ella sino que cobra vida propia, que es de los dos, que convierte sus vidas separadas en ese beso común, donde se hace imposible distinguirlos, donde no se sabe quién es quién como en los encuentros anteriores, donde sólo existe ese momento de los dos, del que ahora no pueden separarse, que ahora queda como una imagen de esas que vuelven cuando quieren, y nos asaltan tomando mate en el desayuno, o en el medio de una clase, o una reunión.

Todo indica que fueron hacia ahí. Todo indica que no existe la suerte, ni el azar. Habrá que cerrar -esta vez- los ojos y sonreir pensando que los dos están donde quieren estar. Y no existe, por ese instante eterno, nada más.

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