Las imposibilidades se retuercen en sí mismas, se aplastan contra la pared,
y se despedazan
Los ojos siguen hablando
Y la vida se protege a sí misma afirmando su sentido
No podía escribirte un poema
No podía nombrarte sin que doliera
No podía tocarte
No podía besarte
No podía
Y era tan único cada instante
tan nuestro
tan ajeno
que mirarte ardía
pero que me hubiera pasado la vida
todos sus minutos
todos sus segundos
con tus ojos azules enfrente de los míos
hablándome
escuchándote
que la vida hubiera tenido sentido
sólo poblada
de uno de esos instantes
en que tus ojos hablaban
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