martes, 10 de diciembre de 2013

Sin puntos suspensivos V

Era como una búsqueda de consuelo permanente, de un rincón donde refugiarse, pero en un mundo que no iba a dárselo. Y que quizá era la misteriosa atracción que tenía para ella. La eterna búsqueda de refugio, el camino que no termina de subir, y que seguimos subiendo. Vivir como los imprescindibles de Brecht. Aún en lo cotidiano, en lo penosamente cotidiano de una época que (todavía) no estaba hecha para heroinas. Estaba hecha para mujeres que, como mucho, se animaran a serlo profundamente, a mantener en el recuerdo y en sus cuerpos y sus acciones la talla de otras que habían librado verdaderas batallas. Pero siempre costaba mirar el fuego en la oscuridad. Y aún así, lo seguíamos mirando. Nosotras, que a veces somos una, hasta que cada pequeña espina que se nos clava nos recuerda especie, nos recuerda comunidad. Nosotras. Único refugio. Junto a un libro que espera al lado de la cama.

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